domingo, 22 de noviembre de 2015

¡A leer!





Me gustaría que llegara un día en el que todos los alumnos de secundaria estarían esperando el momento de ponerse a leer, igual que esperan el momento de ver el programa de moda del momento. Pero ese día, de momento, no ha llegado. No sé todavía cuál es la razón de que a los estudiantes de esta edad no les guste leer. Yo recuerdo esa edad, y me encantaba coger un buen libro (o uno malo, la verdad es que no sé donde está la marca que diferencia unos de otros) y pasar las horas. De hecho nunca he estado estudiando de noche hasta altas horas de la mañana, pero cuando se trataba de leer... se me podía hacer de día. Pero tengo muy asumido que mi caso no era el habitual.

Hoy en día lo habitual es que los estudiantes de estos cursos no estén acostumbrados a leer. Más que nada por que no les gusta, lo odian o lo aborrecen (todo dependiendo del alumno). Creo firmemente que, en gran parte, los causantes de este odio o disgusto frente a la lectura son los educadores y los libros que mandan leer a todos los alumnos. No se tienen en cuenta los gustos de los alumnos, ni casi las edades. Muchas veces he visto las lecturas obligatorias de esos alumnos y me he  aburrido. ¡¡¡Yo que me leería hasta la letra pequeña de la etiqueta del bote de champú!!!

Creo que es tan importante que los adolescentes lean, que no debería importar lo que van a leer. Que más da si al terminar el bachillerato no han leído el "Lazarillo de Tormes", o "La casa de Bernarda Alba". Lo interesante es que lean. Y para conseguirlo, lo que más sentido tiene a mi modo de ver es que lea cada uno lo que le apetezca: no me importa si es un libro sobre la Segunda Guerra Mundial o una revista. Y sí, he dicho una revista. ¿Es que no hay letras, palabras, frases y textos en una revista? Si eso nos ayuda a que los alumnos empiecen a cogerle gusto a leer, por mí, que así sea. Y a ver si poco a poco conseguimos que lo tomen por costumbre.


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